Vivimos tiempos de mucha confusión. En vez de que las sociedades avancen con ciudadanías más educadas, informadas y racionales, pareciera que nos movemos en sentido contrario. Las supersticiones, las formas más extremas de religiosidad, y la charlatanería desbocada ganan terreno. Un ejemplo es el renacimiento de prácticas curativas disfrazadas o vendidas como “conocimientos ancestrales” o “saberes tradicionales.”
En el siglo pasado, una combinación de campañas exitosas de salud pública, cambios en los entornos de vida y avances médicos han llevado a un aumento dramático en la esperanza de vida humana. Las largas vidas que experimenta un número sin precedente de personas en los países desarrollados son un triunfo del ingenio humano.