El poder de la coincidencia: algunas notas sobre predicciones "psíquicas"
Las coincidencias ocurren en la vida de todos. Algunas son triviales, como que nos repartan un color en el póquer, pero otras realmente nos llaman la atención, como pensar en un amigo al que no has visto en años solo para que te llame por teléfono momentos después. Lo que estos eventos tienen en común es nuestro intenso deseo de explicarlos, la creencia de que hay una razón especial por la que las cosas suceden como suceden.
Estas explicaciones pueden ir desde una pata de conejo afortunada hasta un vínculo psíquico con un amigo. Lo que la mayoría de la gente no sabe o no quiere creer es que las coincidencias, incluso las más notables, no son tan sorprendentes. De hecho, la mayoría son sucesos inevitables sin ningún significado especial.
Hay muchas razones simples por las que la mayoría de las personas malinterpretan las coincidencias:
- Los seres humanos tienen una deficiente comprensión innata de la probabilidad.
- Creemos que todos los efectos deben tener causas deliberadas.
- No entendemos las leyes con respecto a números realmente grandes.
- Sucumbimos fácilmente a la validación selectiva, la tendencia a recordar solo correlaciones positivas y olvidar los errores mucho más numerosos.
La probabilidad no era una clase muy popular cuando fui a la universidad. Esto es lamentable, porque comprender la probabilidad puede dar a uno el poder de apreciar más grandemente el significado o la falta de significado de muchos eventos cotidianos. Una comprensión deficiente de la probabilidad y la estadística, común en nuestra sociedad, hace que las personas se asombren más de lo que deberían cuando se enfrentan a coincidencias, de ahí el salto fácil a una explicación metafísica.
Por ejemplo, ¿cuáles son las probabilidades de que dos personas compartan el mismo cumpleaños en una habitación con veintitrés personas? Muchas personas con las que he hablado dicen que debe ser una de cada treinta o más. Sorprendentemente para la mayoría de las personas, es solo uno de cada dos [1]. El desconocimiento de este tipo de cosas ha llevado a muchas personas a concluir que, dado que su experiencia parecía tan poco probable, tal vez comparten algún vínculo especial o que una fuerza sobrenatural los unió.
El verdadero significado de las coincidencias extrañas puede entenderse más plenamente con lo que se llama la ley de los números verdaderamente grandes. Esta ley de estadística ampliamente aceptada establece que con un tamaño de muestra lo suficientemente grande, incluso lo extremadamente improbable se vuelve probable y, por lo tanto, cualquier cosa escandalosa está destinada a suceder. Un ejemplo revelador de esto ocurrió hace unos años cuando una mujer de Nueva Jersey ganó dos loterías en cuatro meses. Los periódicos informaron ampliamente que era una coincidencia de uno en diecisiete billones [2]. Técnicamente hablando, esto es correcto; pero es engañoso porque se basa en una perspectiva demasiado estrecha. Las posibilidades de que una persona específica gane dos loterías después de comprar dos boletos son de hecho trillones a uno, pero las probabilidades de que alguien gane entre los millones que juegan es solo de una en treinta. Ésta es la esencia de la ley de los números realmente grandes. Cuando hay suficientes personas involucradas, los sucesos "inusuales" se vuelven altamente probables. Esta perspectiva levanta el velo del misterio y pone el foco donde pertenece, en la ciencia.
La memoria humana no es como una grabadora, que registra fielmente todo lo experimentado. Las experiencias dramáticas tienden a recordarse más que otras. Esto conduce a un fenómeno llamado validación subjetiva, más comúnmente conocido como memoria selectiva. Por lo tanto, es natural recordar experiencias inusuales, incluso las víctimas de Alzheimer con recuerdos a corto plazo significativamente deteriorados pueden recordar más fácilmente eventos recientes que fueron fuera de lo común. Volviendo a nuestro amigo que llama poco después de pensar en él, este evento se vuelve mucho menos llamativo si tenemos en cuenta cuántas veces hemos pensado en amigos que no llamaron en ese entonces.
Una estratagema común utilizada por los psíquicos (a menudo llamada el efecto Jeanne Dixon) es hacer docenas de predicciones sabiendo que cuanto más se hagan, mejores serán las probabilidades de que una acierte. Cuando una se hace realidad, el psíquico cuenta con nosotros para olvidar convenientemente que estaba 99% lejos. Esto hace que las predicciones correctas parezcan mucho más convincentes de lo que realmente son. Esta es una forma consciente o deliberada de validación subjetiva o, dicho de manera más simple, fraude.
Nuestras capacidades de detección de coincidencias se han perfeccionado a lo largo de las edades mediante la evolución y la selección natural. Ser capaz de detectar correlaciones significativas entre eventos brindaría una ventaja de supervivencia importante a nuestros antepasados, que luego serían seleccionados a lo largo de las generaciones. Podemos especular, por lo tanto, que el hombre está programado para buscar patrones y conexiones en todas partes. La cultura moderna, sin embargo, con su miríada de conexiones entre eventos y personas, activa estas habilidades en todo momento, lo que nos hace continuamente sugerir explicaciones e invocar fuerzas extrañas, como poderes psíquicos, que no existen.
No es mi argumento que todas las coincidencias carecen de sentido y deben ser ignoradas. De hecho, eventos verdaderamente improbables pueden tener algún significado subyacente y la búsqueda de sus causas sería un esfuerzo loable. Sin embargo, la gran mayoría que experimentamos resultan ser mucho más probables de lo que parecen, si se analizan críticamente. Cuando se tiene en cuenta esto, junto con nuestra propensión a la validación selectiva, nuestro deseo de creer en algo parecido al destino y nuestro cableado de detección de coincidencias, el verdadero poder engañoso de la coincidencia se devela.
Referencias:
- Paulos JA. Casualidades. Skeptical Inquirer 15: 382-385, 1991.
- Kolata G. ¿Una coincidencia entre un billón, dices? En realidad, no, según los expertos. The New York Times / Science Times, 27 de febrero de 1990.
El Sr. Novella, que reside en Danbury, Connecticut, administra una empresa de desarrollo de software. Este artículo fue adaptado del boletín de otoño de 1996 de la New England Skeptical Society.
Por Steve Novella 17 de enero del 2009, publicado originalmente en Quackwatch;
Quackery: How Should It Be Defined?
Modificado por última vez en Domingo, 10 Julio 2022 22:12
Información adicional
- Traducción: Eduardo N. Torres
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- Edición / Revisión: Javier Delgado
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