Si bien la dieta paleolítica tiene sus raíces en el libro “The stone Age” de Walter L. Voegtlin de los setentas, quien causó mayor revuelo del planteamiento fue Dr. Loren Cordain, profesor de Ciencia en Salud y Ejercicio de la Universidad del Estado de Colorado, basado en los datos que obtuvo de un estudio epidemiológico que dirigió sobre las dietas de 229 sociedades modernas cazadoras-recolectoras en el año 2000.

El planteamiento es el siguiente: es preferible ingerir alimentos como aquellos que se encontraban en la era del Paleolítico (de 2.5 millones de años a 10,000 años A.P.). La cual suele contener carne de res magra, pescado, frutas, vegetales, frutos secos y semillas: alimentos que se podían obtener de la caza y la recolección. Y de manera paralela, evadir los alimentos que comenzaron a ser frecuentes iniciando la agricultura y la ganadería; comenzando el Neolítico: productos lácteos, legumbres y cereales. Esto porque estos últimos producen enfermedades crónicas ahora comunes: diabetes, hipertensión, obesidad, colesterol alto etc. Tal como presume prevenir e incluso tratar esta dieta. Como ejemplo este portal donde se vende el libro del autor mencionado. 

Los problemas empiezan a salir a borbotones:

    1. Las afirmaciones se basan en una extrapolación de sociedades modernas cazadoras-recolectoras y sus índices de salud con respecto a aquellas que vivieron hace miles de años. Además, esta deducción pasa por alto el conocimiento actual de antropología que sí tiene datos directos de aquellos tiempos.

    1. Hay conocimiento suficiente en arqueología para desacreditar lo que el autor afirma que comían los seres humanos en el paleolítico (este que era enteramente distinto de lo que el autor se imagina):

Para empezar, tal como afirma José Miguel Mulet, profesor e investigador en biotecnología desde la Universitat Politècnica de València y el CSIC, “en el Paleolítico no había una dieta única; justo lo contrario”, “Los paleontólogos han demostrado que los humanos de la Cueva de El Sidrón (Asturias) eran prácticamente vegetarianos, mientras que los de la cueva de Lascaux (Oeste de Francia) eran caníbales ocasionales”. Y estamos hablando de una distancia de apenas 700 kilómetros. “Aunque no se habían domesticado los animales, algunas sociedades ya eran cazadoras, mientras que otras no”. Además, se tienen datos que apuntan a que, por ejemplo, sí había grupos humanos que comían legumbres. Los ejemplos sobran

Incluso si observamos que en aquel tiempo no había el comercio internacional que nos permite hora sin dificultad hacernos con ingredientes de varios países --algo aparentemente obvio--, de manera que podemos acceder a ellos casi todo el año, nos podemos dar cuenta de esta imposibilidad de una dieta coherente en aquella época. La caza y recolección en aquella era estuvo sujeta tanto a la zona, con sus animales y plantas particulares, tal como se señaló antes, como a la estación del año. Sin mencionar que se trató de un periodo bastante largo. De modo que hacerse con un plan alimenticio medianamente parecido como el recomendado por la dieta analizada es bastante inverosímil:

    • Desayuno. Salmón asado y melón cantalupo.

    • Almuerzo. Lomo de cerdo magro asado y ensalada (lechuga romana, zanahoria, pepino, tomates, nueces y aderezo de jugo de limón).

    • Cena. Solomillo de carne de res magra al horno, brócoli al vapor, ensalada (hortalizas de hoja verde mezcladas, tomate, aguacate, cebollas, almendras y aderezo de jugo de limón) y fresas para el postre.

    • Tentempiés. Una naranja, bastones de zanahoria o bastones de apio.

Por si fuera poco, aun si en aquella época se pudieran dar el lujo de mantener una dieta coherente, sería imposible para nosotros acceder a aquellos alimentos, ya que existe el proceso conocido como selección artificial; elegimos los mejores frutos y los mejores animales favoreciendo la reproducción de sus características específicas, lo que ha hecho de nuestros alimentos unos enteramente distintos, y mejores tanto en sabor como en valor nutricional

En la actualidad comemos más y mejor que nunca. A pesar de que persiste la creencia popular de que “todo tiempo pasado fue mejor”; de ahí que sea un recurso útil para vender libros de diversos temas apelar a esa intuición --ajena a las evidencias. Sabemos que no existe otra dieta más saludable que la balanceada, de acuerdo a las proporciones que recomienda el consenso científico actual. Ésta, además del ejercicio regular, es un elemento decisivo para mantenernos saludables; y justo aportan a la prevención y el tratamiento de esas enfermedades que la dieta paleolítica dice prevenir y tratar.

Si bien la dieta paleo a pesar de todo pueda ser saludable, no es recomendable hacer a un lado arbitrariamente alimentos con reconocido valor nutricional, más accesibles y menos costosos. Ahora, evidentemente el exceso de harinas, por ejemplo, derivadas de los granos que comenzaron a ser comunes en el Neolítico, puede derivar en obesidad y ser factor de riesgo para las enfermedades crónicas que presume contrarrestar la dieta analizada. Pero esto se da por el exceso de las mismas. También un exceso de carne roja puede llevar a una concentración innecesaria de ácido úrico en el cuerpo y esto derive en gota, un tipo de artritis. Las conclusiones de Cordain, pues, son espurias; basadas en correlaciones sin sustento. 

Conclusiones

La dieta paleolítica no existe; no había un conjunto de alimentos únicos a los que los grupos humanos de aquel extenso tiempo pudieran acceder. Si bien puede ser saludable tal como la describen sus defensores, no es preferible que la bien conocida dieta balanceada. 

Referencias

    • Cordain L, Miller JB, Eaton SB, Mann N, Holt SH, Speth JD., Plant-animal subsistence ratios and macronutrient energy estimations in worldwide hunter-gatherer diets. Am J Clin Nutr. 2000 Mar;71(3):682-92. Recuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10702160

    • Cáceres, J., y Basulto, J. (Noviembre 23, 2016). El “desconocido” consumo de vegetales en el Paleolítico. Recuperado de https://juliobasulto.com/paleo1/

Lectura recomendada

    • Mulet J. M. (2014). Comer sin miedo. Barcelona: Destino

Atribución CC BY

Corrección de estilo : Francisco Amezola
Revisión Técnica : Miguel Strogoff
Verificiencia