La NASA está invirtiendo cerca de un millón de dólares en la máquina antigravedad de un oscuro científico ruso, aunque ha fallado en todas las pruebas y violaría las leyes más fundamentales de la naturaleza.
La Oficina de Patentes y Marcas Registradas de los Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés) emitió recientemente la Patente 6 362 718 para un —físicamente imposible— generador electromagnético sin movimiento, que se supone que toma energía libre de un vacío. Y las principales compañías eléctricas han invertido decenas de millones de dólares en un plan para producir energía colocando átomos de hidrógeno en un estado por debajo de su estado base, una hazaña equivalente a montar una expedición para explorar la región al sur del Polo Sur.
Lamentablemente, no hay afirmación científica alguna tan descabellada que algún científico no pueda estar dispuesto a dar fe de ello. Y muchas de estas afirmaciones terminan en un tribunal de justicia después de haberle costado mucho dinero a personas o corporaciones ingenuas. ¿Cómo pueden ser evaluadas por un jurado?
Antes de 1993, los casos judiciales que dependían de la validez de las afirmaciones científicas, solían decidirse simplemente por aquel testigo experto que el jurado consideraba más creíble. El testimonio de expertos a menudo consistió de tortuosas especulaciones teóricas con poca o ninguna evidencia de apoyo. Los miembros del jurado fueron engañados por un galimatías técnico que no podían comprender, pronunciado por expertos cuyas credenciales no pudieron evaluar.
Sin embargo, en 1993, con la decisión histórica de la Suprema Corte en el caso de Daubert contra la Farmacéutica Merrell Dow, la situación comenzó a cambiar. El caso involucró a Bendectin, el único medicamento para las náuseas matutinas aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Había sido utilizado por millones de mujeres y más de 30 estudios publicados no habían encontrado evidencia de que el medicamento causara defectos de nacimiento. Sin embargo, ocho supuestos expertos estaban dispuestos a testificar, a cambio de unos honorarios de la familia Daubert, que Bendectin podría causar defectos de nacimiento.
Al dictaminar que tal testimonio no era creíble debido a la falta de evidencia de apoyo, el tribunal ordenó a los jueces federales que actuaran como "guardianes", evitando al jurado los testimonios basados en aseveraciones científicas sin sentido. Reconociendo que los jueces no son científicos, el tribunal invitó a los jueces a experimentar formas de cumplir con su responsabilidad de guardianes.
El juez Stephen G. Breyer alentó a los jueces de primera instancia a nombrar expertos independientes para ayudarlos. Señaló que los tribunales pueden recurrir a organizaciones científicas, como la Academia Nacional de Ciencias y la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, para identificar expertos neutrales que pudieran hacer un revisión preliminar de testimonios científicos cuestionables y asesorar a un juez sobre si deberían hacérseles llegar a los miembros del jurado. Actualmente, los jueces siguen preocupados por cumplir con sus responsabilidades después de la decisión del caso Daubert, y un grupo de ellos me preguntó cómo reconocer afirmaciones científicas cuestionables.
¿Cuáles son las señales de advertencia? He identificado siete indicadores de que una afirmación científica está fuera de los límites del discurso científico racional. Por supuesto, son solo señales de advertencia, pues incluso una afirmación con varias de las señales podría ser completamente legítima.
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El descubridor o investigador comunica directamente su afirmación a los medios de comunicación.
La integridad de la ciencia se basa en la voluntad de los científicos de exponer nuevas ideas y hallazgos ante el escrutinio de otros científicos. Por lo tanto, inicialmente los científicos esperan que sus colegas les revelen nuevos hallazgos. Un intento de eludir la revisión por pares [ ver N. del T 1.] es llevar el resultado de una investigación científica directamente a los medios de comunicación y, de ahí, al público, pero esto sugiere que es poco probable que dicho resultado resista un examen riguroso por parte de otros científicos.
Un ejemplo notorio es la afirmación hecha en 1989 por dos químicos de la Universidad de Utah, Stanley Pons y Martin Fleischmann, de que habían descubierto la fusión fría, una forma de producir fusión nuclear sin equipos costosos. La comunidad científica no se enteró de esta afirmación hasta que leyeron los informes de una conferencia de prensa. Además, el anuncio remarcaba en gran medida al potencial económico del descubrimiento y carecía del tipo de detalles que podrían haber permitido a otros científicos juzgar la solidez de la afirmación o repetir el experimento. (Aunque el anuncio de Ian Wilmut de que había clonado con éxito una oveja fue tan público como la afirmación de Pons y Fleischmann, en su caso fueron aportados abundantes detalles científicos permitieron a otros investigadores juzgar la validez del trabajo).
Algunas afirmaciones científicas evitan incluso el escrutinio de los reporteros al aparecer en anuncios comerciales pagados. Una empresa de alimentos saludables comercializó un suplemento dietético llamado Vitamina O en anuncios de página completa en periódicos. La vitamina O resultó ser agua salada común.
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El descubridor afirma que hay grupos de poder que intentan suprimir su trabajo.
La idea es que esos grupos de poder presumiblemente no se detendrán ante nada en su afán de reprimir descubrimientos que podrían cambiar el equilibrio de riqueza y poder en la sociedad. A menudo, este tipo de descubridores describe la ciencia convencional como parte de una conspiración mayor que incluye a la industria y al gobierno. Las afirmaciones de que las compañías petroleras están frustrando la invención de un automóvil que funciona con agua, por ejemplo, son una señal segura de que la idea de tal automóvil es solo superchería. En el caso de la fusión fría, Pons y Fleischmann culparon a los físicos del frío recibimiento que tuvo su descubrimiento, argumentando que estos estaban protegiendo la investigación en fusión caliente.
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El efecto científico involucrado está siempre al límite de la detección.
Por desgracia, nunca hay una fotografía clara de un platillo volador o del monstruo del lago Ness. Todas las mediciones científicas deben lidiar con algún nivel de ruido de fondo o fluctuación estadística. Pero si no se puede mejorar la relación señal / ruido, incluso en principio, el efecto probablemente no sea real y el trabajo no sea ciencia.
Miles de artículos publicados en parasicología, por ejemplo, afirman informar casos verificados de telepatía, psicoquinesia o precognición. Pero esos efectos son mostrados a través de cuestionables análisis estadísticos. Los investigadores pueden no encontrar forma de amplificar una señal y eso puede sugerir altamente que dicha señal realmente no está ahí.
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La evidencia del descubrimiento es anecdótica.
Si la ciencia moderna ha aprendido algo en el siglo pasado, es a desconfiar de la evidencia anecdótica. Debido a que las anécdotas tienen un impacto emocional muy fuerte, sirven para mantener vivas las creencias supersticiosas en la era de la ciencia. El descubrimiento más importante de la medicina moderna no son las vacunas ni los antibióticos, es la prueba aleatoria doble ciego [ver N. del T 2], mediante la cual sabemos qué funciona y qué no. Contrariamente al dicho, "datos" no es el plural de "anécdota".
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El descubridor afirma que una creencia es válida porque ha perdurado a través de los siglos.
Existe un mito persistente de que hace cientos o incluso miles de años, mucho antes de que nadie supiera que la sangre circula por el cuerpo o que los gérmenes causan enfermedades, nuestros antepasados poseían remedios milagrosos que la ciencia moderna no puede comprender. Gran parte de lo que se denomina "medicina alternativa" es parte de ese mito.
Es poco probable que la sabiduría popular antigua, redescubierta o reempaquetada, coincida con la producción de conocimiento de los laboratorios científicos modernos.
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El descubridor ha trabajado en aislamiento.
La imagen de un genio solitario que trabaja arduamente en secreto en un laboratorio del sótano de su casa y termina haciendo un avance revolucionario es un elemento trillado de las películas de ciencia ficción de Hollywood, pero en la vida real, ejemplos así se encuentran muy difícilmente. Los avances científicos de hoy en día son casi siempre síntesis del trabajo de muchos investigadores.
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El descubridor debe proponer nuevas leyes de la naturaleza para explicar una observación.
Una nueva ley de la naturaleza, invocada para explicar algún resultado extraordinario, no debe entrar en conflicto con lo ya conocido. Si debemos cambiar las leyes de la naturaleza existentes o proponer nuevas leyes para dar cuenta de una observación, es casi seguro que el nuevo descubrimiento es incorrecto.
Comencé esta lista de señales de advertencia para ayudar a los jueces federales de los Estados Unidos a detectar supercherías científicas. Pero cuando terminé la lista, me di cuenta de que en nuestra sociedad — cada vez más tecnológica—, detectar ciencia falsa es una habilidad que todo ciudadano debería desarrollar.
Por Dr. Robert L. Park. 31 de enero de 2003 , Este artículo fue publicado en Match 5, en 2003.
Seven Warning Signs of Bogus Science
Corrección de estilo : | Alexis Nathán Rueda |
Revisión Técnica : | Javier Delgado |