La terapia ortomolecular se remonta a principios de la década de 1950, cuando algunos psiquiatras comenzaron a agregar dosis masivas de nutrientes a sus tratamientos de problemas mentales graves. La sustancia original era la vitamina B3 (ácido nicotínico o nicotinamida) y la terapia se denominó "terapia megavitamínica". Posteriormente, el régimen de tratamiento se amplió para incluir otras vitaminas, minerales, hormonas y dietas, cualquiera de las cuales puede combinarse con la terapia de medicamentos convencionales y tratamientos de electroshock. Algunos cientos de médicos ahora usan este enfoque para tratar una variedad de afecciones, tanto mentales como físicas.

Durante la década de 1980, por ejemplo, el Princeton Brain Bio Center (no afiliado a la Universidad de Princeton), en Skillman, Nueva Jersey, promocionó su tratamiento "nutricional" para alcoholismo, alergias, artritis, autismo, epilepsia, hipertensión, hipoglucemia, migrañas, depresión, problemas de aprendizaje, retraso mental, trastornos mentales y metabólicos, problemas de la piel e hiperactividad.[1] Sus servicios incluían pruebas de laboratorio que la mayoría de los médicos no considerarían necesarias o útiles para diagnosticar estos trastornos.

Análisis críticos

Varios equipos de expertos han examinado las afirmaciones de los proponentes “ortomoleculares” y han llegado a la conclusión de que no tienen fundamento.

A principios de la década de 1970, un grupo de trabajo especial de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría investigó las afirmaciones de psiquiatras que defendían el enfoque ortomolecular. El grupo de trabajo señaló que estos profesionales utilizaban métodos no convencionales, no sólo en para tratamiento sino también para el diagnóstico. Su conclusión fue, probablemente, la declaración más fuerte jamás publicada por un organismo de revisión científica:

Esta revisión y crítica ha examinado cuidadosamente la literatura producida por los defensores de las megavitaminas y por quienes han intentado replicar su trabajo básico y clínico. Concluye a este respecto que la credibilidad de los proponentes de las megavitaminas es baja. Su credibilidad queda disminuida aún más por la negativa constante, durante la última década, a realizar experimentos controlados e informar sus nuevos resultados de manera científicamente aceptable.

En estas circunstancias, este grupo de trabajo considera deplorable la publicidad masiva que difunden a través de la radio, la prensa no especializada y los libros de divulgación, utilizando eslóganes que en realidad son nombres poco apropiados como “terapia megavitamínica” y “tratamiento ortomolecular”.[2]

En 1978, el Consorcio Nacional de Nutrición, que representaba a ocho destacadas organizaciones científicas y profesionales, concluyó que la terapia con megavitaminas era (a) potencialmente peligrosa, (b) un desperdicio de dinero y (c) algo que podría inducir a error a los usuarios, si piensan que sus necesidades nutricionales se han cubierto y no hace falta planificar opciones alimentarias adecuadas.[3]

El Comité Asesor de Investigaciones del Instituto Nacional de Salud Mental revisó los datos científicos pertinentes hasta 1979 y acordó que la terapia con megavitaminas era ineficaz y podría ser dañina. Después de que el Subcomité de Defensa de Estados Unidos examinó esta terapia, fue eliminada como tratamiento cubierto por CHAMPUS, el programa de seguro médico para dependientes militares.

Varias afirmaciones de que las megavitaminas y los megaminerales son efectivos contra la psicosis, los trastornos del aprendizaje y el retraso mental en los niños fueron desacreditadas en informes de los comités de nutrición de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés), en 1976 y 1981, y de la Academia Canadiense de Pediatría en 1990 y 2000.[4] Ambos grupos advirtieron que no se demostró ningún beneficio para ninguna de estas afecciones, y que las megadosis pueden tener efectos tóxicos graves. El informe de 1976 de la AAP concluyó que se había desarrollado un "culto" entre los seguidores de la terapia con megavitaminas.[5]

En 1991, investigadores neerlandeses informaron acerca de su evaluación de 53 ensayos controlados sobre los efectos de la niacina, la vitamina B6 y las multivitaminas en las funciones mentales. Concluyeron:

Prácticamente todos los ensayos muestran deficiencias graves: en el número de participantes, en la presentación de las características y de los resultados iniciales, y en la descripción de los cambios en los tratamientos concomitantes. Sólo se encuentran algunos resultados positivos en niños autistas, con dosis muy altas de vitamina B6 combinada con magnesio, pero hacen falta más pruebas antes de obtener conclusiones más definitivas. Para muchas otras indicaciones (niños hiperactivos, niños con síndrome de Down, cambios de coeficiente intelectual en niños sanos de edad escolar, esquizofrenia, funciones psicológicas en adultos sanos y pacientes geriátricos) no hay evidencia adecuada de ensayos controlados a favor de la suplementación vitamínica.[6]

Posteriormente, un equipo estadounidense que utilizó una extensa búsqueda por computadora pudo localizar doce estudios sobre la B6 y el magnesio para autismo. Su análisis, publicado en 1995, concluyó:

La mayoría de los estudios reportan una respuesta favorable al tratamiento con vitaminas. Sin embargo, la interpretación de estos hallazgos positivos debe moderarse, debido a las deficiencias metodológicas inherentes a muchos de los estudios. Por ejemplo, varios estudios emplearon medidas imprecisas de resultados, se basaron en muestras pequeñas y con posible uso repetido de los mismos sujetos en más de un estudio, no se ajustaron para los efectos de regresión en la medición de la mejoría y omitieron la recopilación del seguimiento de datos a largo plazo.[7]

Todos los doce estudios parecen haber sido escritos por investigadores que son colaboradores cercanos. (Una persona, por ejemplo, fue coautora de once de los informes.) Cada uno de los estudios utilizó al menos 600 mg diarios de vitamina B6, lo que está muy por encima de la cantidad mínima que se reporta como causante de daño a los nervios. Entonces, incluso si tales dosis de B6 son efectivas, es probable que su uso no sea seguro.

Un estudio doble ciego aleatorio reciente no encontró evidencia de que la regulación de los niveles de vitamina en esquizofrénicos adultos influyera en el estado clínico de 19 pacientes esquizofrénicos adultos. El grupo experimental recibió cantidades de megavitaminas basadas en sus niveles séricos individuales de vitamina, además de restricciones dietéticas basadas en pruebas RAST (de radioalergosorbente). El grupo de control recibió 25 mg de vitamina C y se le prescribieron sustancias consideradas alergénicas según la prueba RAST. Después de cinco meses, hubo marcadas diferencias en los niveles séricos de vitaminas, pero no hubo diferencias consistentes en los síntomas ni en el comportamiento entre los grupos.[8]

En conclusión

El cuerpo humano tiene una capacidad limitada para utilizar vitaminas en sus actividades metabólicas. Cuando las vitaminas se consumen por encima de las necesidades fisiológicas del cuerpo, funcionan como medicamentos en lugar de como vitaminas. Existen algunas situaciones en las que se sabe que altas dosis de vitaminas son beneficiosas, pero aun así deben usarse con precaución, debido a su potencial toxicidad. Por ejemplo, las dosis grandes de niacina pueden ser muy útiles como parte de un programa integral, supervisado por un médico, para controlar los niveles anormales de colesterol en la sangre. Sin embargo, los médicos “ortomoleculares” van mucho más allá al recetar grandes cantidades de suplementos a todos o a la mayoría de sus pacientes. Este enfoque puede provocar un gran daño a los pacientes psiquiátricos cuando se usa en lugar de medicamentos eficaces.

Referencias

  1. Princeton Brain Bio Center.Folleto, distribuido a los pacientes.Skillman, Nueva Jersey, 1983, The Center.
  2. Lipton M y otros. Informe del grupo de trabajo sobre megavitaminas y terapia ortomolecular en psiquiatría . Washington DC, 1973, Asociación Estadounidense de Psiquiatría.
  3. NNC crítico de la terapia con megavitaminas . Comunicado de prensa del Consorcio Nacional de Nutrición, febrero de 1978.
  4. Comité de Nutrición, Sociedad Canadiense de Pediatría. Terapia megavitamínica y megamineral en la infancia . Canadian Medical Association Journal 143: 10091013, 1990, reafirmado en abril de 2000 y marzo de 2004.
  5. Comité de Nutrición, Academia Estadounidense de Pediatría. Terapia con megavitaminas para psicosis infantiles y problemas de aprendizaje. Pediatrics 58: 910912, 1976.
  6. Kleijnen J, Knipschild P. Niacina y vitamina B6 en el funcionamiento mental: una revisión de ensayos controlados en humanos. Psiquiatría biológica 29: 931-941, 1991.
  7. Pfeiffer SI y otros. Eficacia de la vitamina B6 y el magnesio en el tratamiento del autismo: una revisión de la metodología y un resumen de los resultados. Revista de autismo y trastornos del desarrollo 25: 481-493, 1995.
  8. Vaughan K, McConaghy M. Megavitaminas y tratamiento dietético en la esquizofrenia: un ensayo controlado aleatorizado . Australia New Zealand

Este artículo fue revisado el 12 de julio de 2000.

Por Dr Stephen Barrett el 12 de julio de 2000, publicado originalmente en Quackwatch;
Orthomolecular Therapy

Con autorización de Quackwatch