Caso especialmente relevante ahora es la variante Delta, la más contagiosa de todas las Variantes Preocupantes (VOC, por sus siglas en inglés) clasificadas por la OMS y sus grupos de trabajo; y al mismo tiempo, una de las variantes más virulentas, es decir, que puede desencadenar en cuadros clínicos más severos. Afortunadamente, tanto las características específicas del virus, como la tecnología médica actual han llevado a que éste siga siendo controlable; las vacunas actuales siguen siendo efectivas para evitar hospitalizaciones y muerte. 

En el informe del 29 de julio, la CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades) expone cómo la población con esquema completo de vacunación (una o dos dosis, según el tipo de vacuna recibido) está protegida de la enfermedad grave hasta en un 96%. Estos datos incluyen la infección por SARS-CoV2 en su variante Delta. 

Asimismo, teniendo como caso específico la variante Delta, los resultados de tres países cuya población fue vacunada con la dosis doble de la vacuna desarrollada por Pfizer, apuntan a que el riesgo de hospitalización y muerte es bajo, incluso cuando se compara con la anterior variante más relevante. 

Entonces… ¿Debemos preocuparnos?

La respuesta es un enfático sí. La variante Delta sí es más peligrosa por su alta virulencia (mayor al Ébola o la Viruela, y comparable con la Varicela); además de su alta capacidad de transmisión, alto riesgo de contagio y mayor probabilidad de desarrollar síntomas incluso vacunado.

Debido a que las personas infectadas con la variante Delta pueden albergar una  carga viral mayor que con las variantes anteriores, el riesgo de transmisión es mayor. Pero lo importante es que ya conocemos las medidas para evitar el contagio.

Es entendible que después de tanto tiempo perdamos el miedo, pero habría que recuperar los hábitos necesarios para protegerse, en caso de haberlos perdido.

¿Por qué la actual variante es más virulenta?

Las mutaciones identificadas en la variante Delta apuntan a un cambio en las características de las proteínas que utiliza el virus para adherirse a las células (las que tienen receptores ACE2, específicamente). Tales características, entre otras, son las siguientes:

    1. Una mayor cantidad de proteínas externas.
    2. Una mayor cantidad de proteínas pico (“spike” proteins). 
    3. Un camuflaje cuya base es un azúcar (glycans), y el cual “confunde” al sistema inmune, entorpeciendo su identificación. 
    4. Un sistema mejorado, con respecto a anteriores variantes, que impide a la célula mandar señales de ayuda al sistema inmune. Ya que el virus previene a la célula mandar mensajes de ayuda mediante ARN de transferencia. 
    5. Esto, además del ya conocido mecanismo (en todas las variantes SARS-CoV2) por el cual la célula infectada con este virus, se fusiona con otras células, hasta formar una super fabrica de viriones (syncytia). Como ocurre con el VIH y el Herpes. 

    La infección de nuevas células se da a través de la interacción de las proteínas “spike” con su receptor, ACE2; pero para que las proteínas “spike” puedan adherirse a su receptor, antes deben ser procesadas dentro de las células del hospedero. En el virus SARS-CoV, responsable de la pandemia de SARS en 2003, menos del 10% de las proteínas “spike” en la superficie de virus pasaban por este procesamiento. En SARS-CoV-2, el porcentaje de proteínas procesadas es de hasta el 50%. En las variantes Alfa y Delta de SARS-CoV-2 tenemos más del 50 y 75% de proteínas procesadas, respectivamente. Es este aumento en la cantidad de proteínas “spike” procesadas uno de los factores determinantes que otorgan a la variante Delta el preocupante aumento en su infectividad.

    Sí, y lo seguirán haciendo mientras este virus siga cambiando: Astra Zeneca, Pfizer, Moderna, CanSino, Sputnik V. Entre las vacunas vigentes hay diferencias en efectividad contra la variante Delta. Más allá de lo cual, parece haber un acuerdo que la protección más importante se alcanza hasta la segunda dosis de cualquiera de ellas.

    Nuestra tecnología actual nos permite secuenciar nuevos genomas de forma rápida y a precios relativamente accesibles; la información obtenida a partir de los genomas y el desarrollo de nuevos métodos para el diseño de vacunas, como las vacunas basadas en mRNA de Pfizer/ModeRNA, nos permitieron obtener vacunas para el SARS-CoV-2 en menos de un año desde el inicio de la pandemia: un tiempo récord histórico. De modo que con esta misma facilidad, y aun mayor ahora, se seguirán mejorando las vacunas al tiempo que el virus mute.

    Conclusión

    La nueva variante Delta se multiplica mucho más rápido en el cuerpo, lo que produce un incremento en la cantidad de virus expelidos por el enfermo, causando más contagios. Además, estos contagios se observan más severos. Sin embargo, las vacunas siguen en proceso de mejora paralelo a los mecanismos del virus. Y, hasta ahora, se observa que su efectividad sigue evitando justo lo que queremos que evite: hospitalización y muerte. Esto específicamente después de la segunda dosis. Sin dejar de lado que una sola dosis también genera una protección importante. 

    Referencias en inglés

      Referencias en español

        Atribución CC BY Eduardo N. Torres

        Corrección de estilo : Azael Nadamás
        Revisión Técnica : Gustavo Rodag
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