Ejemplos de esto son la participación de Cambridge Analytica en las elecciones deEstados Unidos, el Brexit en Reino Unido y los movimientos  antivacunas, terraplanistas y un largo etcétera. De acuerdo con el estudio “The spread of true and false news on line1 (El esparcimiento de las noticias verdaderas y falsas en las redes) la información falsa tiene un 70% más de retweets que la verdadera. En el estudio se consideró que en Twitter la información se comparte como cascadas, con un tweet original que se propaga mediante retweets. El estudio analizó 126 mil cascadas de rumores en Twitter de 2006 a 2017, las cuales se propagaron entre 3 millones de personas, más de 4.5 millones de veces. La difusión de las cascadas depende del grado de novedad y las reacciones emocionales de los receptores. Las noticias falsas se difundieron significativamente “más lejos, rápida, profunda y ampliamente que las noticias verdaderas en todas las categorías de información, y los efectos fueron mayores en la categoría de política que, por ejemplo, en las categorías terrorismo, desastres naturales, leyendas urbanas o información financiera1. Debt Roy, uno de los coautores del artículo, enfatiza que “considerando que los bots (cuentas automatizadas) dispersan tanto noticias falsas como verdaderas, se concluye que las noticias falsas se distribuyen más en las redes sociales debido a causas humanas y no por bots. Los humanos son los que dispersan las noticias falsas”.

Muchos investigadores desde diferentes áreas de la ciencia, han estudiado este fenómeno y coinciden en que los elementos que favorecen la creencia en noticias falsas son:

    • La tendencia natural a confirmar ideas preconcebidas 
    • La necesidad de sentir que pertenecemos a un grupo con el que compartimos “saberes” y creencias.
    • El auto-engaño
    • Las redes sociales que favorecen la rápida transmisión de la información. 
    • La facilidad con la que podemos recordar información relacionada  con lo que ya sabemos o que hemos experimentado y que se encuentra almacenado en la memoria (procesos mnemónicos) 
    • La falta de costumbre de analizar con sentido crítico, pensar o cuestionar lo que leemos.
    • Para Andreas Keppes, investigador en conducta social del London City University, la facilidad con la que creemos noticias falsas se basa en que éstas contienen aspectos que deseamos creer y en la necesidad de auto-convencernos de que la noticia es real para justificarnos. 

Toda nuestra actividad en internet alimenta a un algoritmo que reconoce nuestro comportamiento y nos presenta información de lo  que nos gusta, nos atrae o necesitamos, generando una burbuja de información personalizada con nuestros intereses y requerimientos. Esta es una forma de darnos pertenencia a un grupo y recibir aceptación social.  De este modo nos sentimos poseedores de la información que “la mayoría cree” y la compartimos en nuestro pequeño universo, junto con deseos, ideas, sueños y creencias. Esto explica porqué, de acuerdo con la FECYT (Fundación Española de Ciencia y Tecnología)(2) el 25% de los jóvenes españoles cree en pseudoterapias como Reiki y homeopatía, el 20% ha usado acupuntura y el 6.3% cree que los riesgos de las vacunas son mayores que los beneficios, sin darse cuenta que 13,000 muertes al año en España son provocados por las pseudoterapias (APETP).

William Hirst, profesor de Psicología de “The New School for Social Research” de Nueva York  y su colega Allin Coman en una investigación de 2015 encontraron que tenemos más olvidos inducidos cuando escuchamos a un miembro de nuestro grupo social, que cuando recibimos la misma información de un desconocido.  Lo que escuchamos de amigos o miembros de nuestra comunidad favorece la convergencia de memoria y se acepta como verdad entre el grupo; en ocasiones hasta experimentamos la ilusión de haber sido nosotros mismos los testigos o protagonistas del hecho.  Una vez que hemos recibido información falsa y que aceptamos por la pertenencia al grupo, se vuelve muy difícil corregirla o borrarla de nuestra memoria, porque preferimos una explicación que sea falsa a que no haya explicación.

Para Takis Metaxas, experto en difusión de noticias falsas en redes, “la detección no es suficiente; la información falsa llega más lejos, más rápido y a más gente que la verdadera. Los seres humanos que viven en una cámara de eco pueden propagar cosas ridículas (...)Es mentalmente exigente para las personas cambiar de opinión y lo evitan, incluso en presencia de evidencia que contradice sus creencias anteriores”.

A nuestro cerebro le encanta alimentarse de lo que ya conoce, rechaza lo extraño y todo lo ajeno que confronta las ideas previas. Su función principal no es la búsqueda de la verdad sino la supervivencia. En este sentido la objetividad no existe; vivimos en una realidad sesgada por creencias, y nuestra visión está distorsionada de la realidad por ideas previas y prejuicios. 

A estas taras, fallas o errores del pensamiento que usamos para ser más eficientes y tratar de entender la realidad (aunque la distorsionen) se les  se les llama sesgos, y uno de ellos es el de confirmación, o la recolección selectiva de evidencia. El término “sesgo de confirmación” fue acuñado por el psicólogo cognitivo inglés Peter Wason para referirse a un efecto del procesamiento de información que hace que las personas nos comportemos de tal manera que nuestras expectativas se confirmen, favoreciendo ideas preconcebidas independientemente de su veracidad o falsedad, evitando su comprobación. Así tendemos a reunir evidencia y recordar información de manera selectiva, y la interpretamos de manera tendenciosa, para que sea congruente con nuestras creencias establecidas, deseos o sueños. Es difícil enfrentarnos a la posibilidad de estar equivocados lo que creemos y damos por hecho. No nos gusta cuestionarnos ni averiguar el porqué de las cosas.

Otros aspectos psicológicos que nos impulsan a considerar noticias falsas como reales son la necesidad de cierre cognitivo, la necesidad de resultados específicos  y la falta de confianza en las fuentes de información tradicionales. La necesidad de cierre cognitivo está relacionada con evitar la incertidumbre y da paso a la tendencia a ser cautivados por mensajes simplistas que afirman verdades absolutas. De ahí el éxito de información que divide al mundo en buenos y malos, donde los malos (las farmacéuticas, los químicos, el gobierno, los migrantes) son los culpables de todos los desastres. Estos mensajes tienen más probabilidades de ser creídos y aceptados sin mucho escrutinio. Por su parte, la necesidad de resultados específicos nos lleva a preferir noticias del tipo “descubrieron la cura para (agregue aquí su enfermedad favorita)”  a los que informan sobre avances de procesos o que no dan la idea de un logro concreto. La falta de conocimiento nos hace creer las noticias más ridículas y extravagantes y aceptarlas como verdades absolutas. Mientras más recursos tenga la persona en cuanto a capacidad crítica, mayor experiencia y educación, menos propensión tendrá a difundir información falsa. 

Otra de las causas por las que aceptamos noticias falsas, sin tomarnos la molestia de verificarlas es que queremos estar enterados de  las cosas en el minuto en que suceden, así como la falta de confianza en fuentes de información tradicionales u oficiales. El surgimiento de personajes deseosos de llamar la atención que manipulan y revelan noticias  exclusivas o confidenciales y el deseo de pertenecer a la élite de los que conocen información privilegiada (“entérate antes de que lo borren o bloqueen el acceso a…“) favorece la proliferación de noticias falsas. Jens Koed Madsen, Investigador de modelos cognitivos computacionales de la Universidad de Oxford, afirma que  el entorno es la base para creer noticias falsas, “el hecho de que quien la respalde sea una persona a la cual otorgamos credibilidad y confianza… aun cuando esa persona no exista”. Esta es la razón por la que proliferan noticias falsas en donde “científicos de la Nasa”, “Investigadores de Harvard (o de la universidad de su preferencia)”, “Ganador del Premio Nobel”, “fuente de la CIA”, etcétera, afirman descubrimientos sin ningún sustento y en muchas ocasiones, los nombres de esos “personajes” son tan falsos como sus supuestas revelaciones. 

Gordon Pennycook y David Rand, miembros del Departamento de Psicología de la Universidad de Yale, se preguntaron: ¿utilizamos nuestras habilidades de razonamiento para convencernos a nosotros mismos de que las afirmaciones que se alinean con nuestra ideología son verdaderas, o el razonamiento nos permite diferenciar efectivamente lo falso de lo real, independientemente de la ideología política?. En su estudio “Lazy, not biased: Susceptibility to partisan fake news is better explained by lack of reasoning than by motivated reasoning”  Rand y Pennycook evaluaron la capacidad de los participantes para distinguir noticias falsas y verdaderas a partir únicamente de los titulares. El grupo de estudio incluyó a una muestra representativa en edad, sexo, origen étnico y lugar de residencia de 3,446 estadounidenses; se controlaron factores como nivel de estudios y afiliación política. A los participantes se les aplicó el Test de Reflexión Cognitiva (CRT) para medir su tendencia al pensamiento crítico o a dejarse guiar por su intuición. Esta prueba contiene preguntas con respuestas intuitivas, pero incorrectas, que se pueden demostrar fácilmente como erróneas con un mínimo de razonamiento (por ejemplo: si usted está corriendo una carrera y pasa a la persona en segundo lugar, ¿en qué lugar se encuentra? Si una persona no está pensando podría decir que está en primer lugar, cuando, por supuesto, la respuesta es el segundo lugar). Algunos resultados de la prueba fueron:

    • No hay evidencia de que el pensamiento analítico aumente la racionalización del razonamiento motivado (la forma en que los individuos por sus necesidades psicológicas, metas y deseos procesan la información para llegar a conclusiones que se desean en contra de la lógica y la evidencia).
    • Caer en noticias falsas es más un resultado de la falta de razonamiento que del partidismo o filiación política.
    • Usamos la capacidad de razonamiento para convencernos de que las declaraciones que se alinean con nuestra ideología son verdaderas.
    • El razonamiento nos permite diferenciar noticias reales de falsas sin importar la ideología política.
    • Puntajes altos en la prueba de reflexión cognitiva (CRT)  están correlacionados negativamente con la percepción de noticias falsas y posiblemente correlacionado con la habilidad de distinguirlas, aun cuando los titulares  estén ligados a con la ideología política de las personas.

    Es decir, “La susceptibilidad a las noticias falsas es más por pereza en el pensamiento que por el pensamiento partidista per sé, un resultado que abre caminos potenciales para luchar contra noticias falsas. La pereza mental es la falla para ejercer las facultades de pensamiento crítico”. Para Pennycook y Rand “cuando entendamos qué tanto del problema es racionalización o flojera, más entenderemos qué factor juega un rol preponderante y en qué tipo de situaciones, para poder diseñar políticas que ayuden a combatir el problema”. En sus comentarios al New York Times, refieren que la gente usa sus habilidades de racionalización para auto-persuadirse de creer lo que quieren creer que sea cierto, en lugar de usar sus capacidades intelectuales para descubrir la verdad. Mientras más inteligente sea una persona, mayor será su tendencia a racionalizar y justificar su pensamiento. “La gente simplemente no piensa críticamente acerca de la información que recibe”.

    En general, las personas que piensan analíticamente (capacidades reflexivas vs. viscerales o instintivas) son menos supersticiosas, creen menos en teorías conspirativas y son menos receptivos a aseveraciones aparentemente profundas pero vacías en realidad. El principal factor que explica la aceptación de noticias falsas y bulos sería la pereza cognitiva, en especial en el contexto de las redes sociales, en donde las noticias son simplificadas o leídas de manera superficial. 

    Como conclusión, para evitar caer en noticias falsas o engañosas es necesario:

      • Desarrollar el pensamiento crítico. 
      • Verificar la información.
      • Pensar, debatir y contrastar opiniones.
      • Ante la noticia que más convincente parezca, extremar precauciones y verificarla por partida doble.
      • Escuchar a aliados, pero sobre todo a los oponentes porque nos ayudan a identificar los puntos débiles de nuestras propias creencias.
      • Luchar contra el sesgo de confirmación y promover el pensamiento crítico.

    Me gustaría destacar la importancia de hacer pensar a nuestros niños y adolescentes, a desarrollar su curiosidad, a cuestionar lo que escuchan y leen y a aceptar menos “porque es así” e impulsarlos a investigar y descubrir sus propias razones.

    Referencias 


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